Mi 23 F

 Yo tenía 16 años en 1981, cuando un intento de golpe

 de estado nos tuvo en jaque a toda España.

No tenía edad para estar en primera línea reivindicando nuestros derechos ni en la universidad ni en los centros de trabajo, ni en los sindicatos

Pero si tenía una idea bastante clara de lo que ocurría, o mejor dicho, de lo que podría haber ocurrido con una democracia en desarrollo, en pañales y recién firmada la Constitución.

Y la tenía porque con 16 años sí vivi 10 años de franquismo.

Sé lo que teníamos, o más bien lo que no teníamos las familias de trabajadores. 

Lo que costaba vivir con lo poco que se tenia, salvo si pertenecías a una clase social adinerada.

El silencio y el miedo que se convirtió en un hábito para no hablar del franquismo, de la dictadura, y de lo que ese monstruo que murió tranquilamente en su cama junto a los monstruos que le acompañaron y siguieron su horror hicieron. Necesitábamos creer que todo fue un mal sueño y el Régimen quería que se callara. Y se calló.

El pueblo necesitaba olvidar que esos que ahora se jactaba de hacer progresar España, de desarrollar una economía y una sociedad moderna, eran los mismos que destruyeron un país, que enfrentaron unos contra otros y asesinaron la democracia.

De todo eso yo era muy consciente ese 23 F.




Porque vivimos con esa dictadura y esa falta de derechos, vivimos y sufrimos a ETA, que con la falsa  e indecente justificación  de luchar contra la dictadura, sencillamente asesinaban, se volvía a asesinar inocentes, tenían en vilo a toda España y eran y son asesinos. Aunque estén en las cárceles ( no todos lamentablemente), siguen y lo seguirán siendo. 

Porque a sus víctimas no debemos olvidarlas nunca.

A toda.




Parte de mi niñez y adolescencia la pasé pendiente de esos asesinos, que nos tenían atemorizados.

Día si y día también en mi colegio, en Madrid, simulacros de evacuación, , avisos de bomba, a veces ciertos, ortras falsos y corriendo a nuestras casas entre coches de policía.

Mientras esa gentuza buscaba la destrucción y no nos dejaba levantar cabeza, los obreros como mi padre, entre huelgas, marchas, reivindicacion,  pero pacíficas.,  con los sindicatos y la paz cimo bandera, luchaban por sus derechos y l@s de todos y todas.

Como hacen los demócratas, los que quieren la paz, los que nunca han utilizado la violencia para conseguir nada.

Los hombres y las mujeres honrados y trabajadores que de verdad consiguieron que este país saliera de la nada.

Pasando hambre, porque huelgas significaba no cobrar,   a esos hombres y mujeres son los que deben salir en primera página en la historia de nuestro país, y no dedicar. Líneas y líneas a personas que justifican la violencia.

Ese 23 F, todo se tambaleó y estuvo a punto de romperse de nuevo esta nueva y joven democracia, que aunque imperfecta, , era nuestra.


Ese día,  evacuaron mi instituto y nos fuimos corriendo a casa, con miedo, sin saber bien lo que estaba pasando.

Las calles llenas de policías.

Al llegar a casa estaba mi madre y recuerdo perfectamente su cara de desconcierto. Mi padre estaría en la fábrica aún y mi hermano tampoco estaba en casa.

Las dos nos fuimos a mi habitación y pusimos la radio.

Así nos fuimos enterando de todo en directo.

Fue un día raro y largo.

Tenemos una democracia, claro que la tenemos. con muchas cosas que cambiar y seguir construyendo.

Y me indignó escuchar a muchos y muchas,  decir que no lo es.

Esos marisabidillos y marisabidillas que creen que todo ha empezado con ellos, que todo es mérito suyo.

Que vean los reportajes de ese día, de. como la democracia se impuso a pesar de todo, de cómo todo un país fueron a una.

Y sean conscientes  de que están aquí, que viven, aman, trabajan, protestan, votan, gracias a esta democracia que algunas y algunos insensatos niegan y cuestionan.


 


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